Asumí hace unos cuantos años que el rol predominante en mi vida iba a ser el de educador, en vez de la escritura libre y el libre pensamiento. Sin embargo, la psicología humana necesita vías de escape, que no sean necesariamente el exilio como tema y menos todavía como práctica.

Durante este último mes, se ha hablado de Cataluña en los medios, pero también en las aulas. Lejos de cualquier asomo de adoctrinamiento, he escuchado lo que decían y pensaban mis alumnas y mis alumnos andaluces, sevillanos, maireneros, acerca de la amenaza del independentismo catalán. Comparto muchos de sus puntos de vista, comenzando por el deseo que que Cataluña siga siendo parte de la Historia de España. Su lengua y su cultura han configurado la memoria común durante más de cinco siglos.

Ahora bien, observo de forma personal, desde mi propia perspectiva, que la educación de los adolescentes españoles, e incluso de los adultos, no ha asumido las consecuencias de ese compartido deseo, hasta un punto que roza lo ilusorio. Cataluña es España, pero no es Andalucía, ni tampoco es Madrid, ni siquiera es Euskadi. La celebrada España de las Autonomías ha promovido el conocimiento de las culturas locales, pero ha fracasado, si es que era su objetivo, en el fomento de la relación intercultural y la experiencia de la pluralidad de memorias, culturas y literaturas.

Nos hemos obsesionado con el propósito de que España fuera bilingüe, e incluso plurilingüe. ¿Con qué lenguas? ¿También con el catalán, el gallego o el euskera, como fue, no lo olvidemos, en tiempos de la fundación de esa realidad que llamamos España? ¿Saben nuestros adolescentes y nuestros adultos que la poesía española no es solamente castellana, sino también cantigas, trobadors, incluso stil nuovo, porque el mapa de las Españas en el siglo XVI incluía parte de las Italias? ¿Tienen idea, sensación, sentimiento, de que Don Quijote entendía el catalán y se hizo marinero en el puerto de Barcelona? ¿Se ha comprendido en cualquier aula que los romances fronterizos incluyen la vivencia de los musulmanes hispanos y las historias caballerescas del reino de Granada? ¿Se ha enseñado que la canción española y europea nació del zéjel popular hispanoárabe o que el flamenco, además de gitano, se ha criado en los saraos africanos donde bailaban los esclavos sevillanos? Así pues, la realidad actual de España es la más fiel a su propia Historia. Solo hay que verla y oírla.

Volviendo a lo rabiosamente contemporáneo, la cultura del diálogo puede renacer de la práctica de la escucha a distintas voces, en un escenario donde se expresen sin que algunas sean previamente silenciadas, ni amortiguadas. No se puede declarar ilegal la alteridad antes de empezar a conversar con las otras y los otros, salvo aquellas actitudes que lo impiden: cualquier forma de violencia o de coacción.

Ahora solo pretendo hacer patente mi disenso con respecto a una mayoría de esta parte del mapa: el pacto que va a aplicar la sordina del artículo 155, antes que se abra el diálogo. Va a suspender la autonomía catalana y pretende imponer obediencia; es decir, etimológicamente, obligar a que se escuche una sola voz o a que se especule con la plusvalía de identidad de una parte sobre las otras o a que se siga ignorando la alteridad y obviando la pluralidad.

No quiero convocar fantasmas del pasado para justificarme. Aborrezco la mera imaginación de que se repitan errores históricos. No justifico la reacción violenta contra las decisiones gubernamentales, pero he sido objetor de conciencia (contra el servicio militar obligatorio) y me he pasado la vida recuperando la diversidad de memorias de los españoles expulsados de su patria, por ser una minoría, muchas minorías. Sumadas todas, significan más de la mitad de la Historia de España. Por tanto, enseño como profesor a mis alumnas y alumnos a que crezcan con esa realidad ante los ojos, no solo a sus espaldas: España es también Expaña, las Expañas recuperadas gracias a la nacionalización voluntaria de los sefardíes, los latinos y, espero que pronto, los moriscos. España es plural. España es una conjunción de pueblos. España es Cataluña, no en castellano, sino en catalán: Espanya rima con Catalunya. No es doctrina: es una Historia nuestra.

Como a otros muchos españoles, esta contemporaneidad agónica me está sacando de quicio. No lo soporto, me quita el sueño. Tengo que tomar (más) pastillas para dormir. Las pastillas son una droga. No quiero ser drogadicto, ni que los adolescentes con quienes paso el día lo sean. La droga de las ideologías de combate y de las banderas enfrentadas.

Así que recomiendo el humor.

Mi personaje preferido en el amplísimo caudal del cuento y la rondalla popular es Mig Pollastre, a quien no se lo puede cortar otra vez por la mitad, porque ya no podría andar. Si sumamos a Medio Pollito, tendremos un Pollastre entero, en lugar de montar el pollo. No sé si me entienden.

Los colores de la bandera española, por si no se habían dado cuenta, son los mismos que los de la senyera, solo que la cuatribarrada es más antigua. De acuerdo con la lógica de la antigüedad y la autoridad de los orígenes, nuestra bandera común debería ser la de Aragón. No obstante, cuatro es múltiplo de dos. Quizá debiera ser al contrario, según la aritmética. La bandera republicana tiene un color más: el morado, lo cual sería conforme a la sensibilidad trascendental o, vulgarmente, la estética. Estoy en duda.

La duda es el estado del libre pensamiento en tiempos de dogmatismo.

La prueba más sólida de que vivimos en democracia, actualmente, es que se pueda dudar expresamente. La mayoría dice 155. Permítanme que lo dude, que lo dude mucho e incluso muchísimo. Cruzo los dedos para que, salga lo que salga, sea con el menor daño posible a una generación recién estrenada, recién parida, como quien dice, por la revolución española multicolor del 15 de mayo.

15-M en Sevilla: Humanos y setas en la Plaza de la Encarnación.

¿Por qué no proclamamos el 15-M como fiesta plurinacional y nos dejamos de avasallar a los pueblos originarios con el 12-O? Cierto que vasallo es una palabra más originaria que súbdito. «Dios, q bue vassalo, si oviesse bue señor». Lástima. No hay señor que sea bueno, porque es señor de otros y los otros eran sus semejantes. No hay señor ni senyor que valga.

Viva España, pero que no viva tan lejos. «La patria es la gente». Una frase histórica, la diga el Cid o su vasallo, Aquiles o Héctor, Casandra o la Pepa. Habla pueblo, habla. Pues eso. Hablen, gentes, falar persoas, hitz egin, hitz egiten.

Hablemos antes de decidir. Antes que sea tarde. No es tarde. Parlem, va dir la gent fa una setmana. ¡Hace una semana! ¿Y ya se han cansado de hablar?

El artículo 155 no es forma. No son formas.

Parlem
Campaña Parlem por el diálogo.

 

 

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